SIERRA DE HORNACHUELOS
Coscoja
La coscoja generalmente aparece como un arbusto denso, ramoso y espinoso, de hasta 2 m de alto, aunque en ocasiones puede alcanzar porte arbóreo, llegando entonces a los 10 o 12 m. La corteza es gris ceniza y lisa, si bien se cuartea con la edad. Las hojas por lo general miden 1,5-5 cm de largo por 1-2 de ancho; son simples, persistentes, ovaladas o elípticas y pinchudas, pues tienen dientes espinosos en el margen. Son lisas y lampiñas por ambas caras, carácter que se observa bien en las hojas adultas. Esta propiedad, junto con el color verde, no tan oscuro como el de la encina, es lo que las diferencia, pues se pueden confundir principalmente cuando forman rodales achaparrados, ya que su ecología a veces coincide. Las flores masculinas de la coscoja crecen en largos ramilletes colgantes de color ocre, llamados amentos, que aparecen durante la primavera. La bellota es amarga y su caperuza o cascabillo tiene las escamas pinchosas y salientes, sobre todo las superiores. Es una especie indiferente al sustrato que se desarrolla mejor sobre los suelos básicos, tolerando incluso los yesosos. Se cría en terrenos secos y pedregosos, aguanta muy bien las sequías prolongadas —donde desplaza a las formaciones de encinas—, no soporta bien las heladas y es una especie adaptada al fuego. El monte espeso de coscojas suele formar una maraña densa y pinchosa que rebrota con fuerza tras los incendios. Su importancia ecológica es excepcional, pues constituye un refugio de numerosas especies de fauna y es protectora y formadora de suelos. Se distribuye desde el nivel del mar hasta los 1000-1200 m, donde adquiere un porte rastrero. Forma masas puras o convive sobre todo con encinas, enebros, acebuches, palmitos y algarrobos. La coscoja se distribuye de forma natural por toda la región mediterránea, haciéndose más común hacia el occidente. En la Península es más abundante en el sur y este.