SIERRA DE HORNACHUELOS
Quejigo
Es un árbol de amplia distribución en la España mediterránea con un tamaño medio de hasta 20 m de altura. El quejigo es un árbol de copa generalmente recogida y poco densa y talla variable en función de las vicisitudes que ha sufrido desde arbustivo a esbelto y recto. Las hojas son simples, alternas, de limbos coriáceos y que presentan gran variabilidad de forma y dimensión, son también marcescentes llegando incluso a permanecer verdes prácticamente hasta que salen las nuevas. Tienen un color verde lustroso por el haz y más claro por el envés, con su borde con dientes poco profundos, a veces punzantes. Son típicas del quejigo y otros robles las agallas, que son unas bolas del tamaño de una nuez, de color marrón, que tienen unas prominencias con un interior esponjoso y acorchado. El fruto es una bellota que presenta una cúpula recubierta de escamas aovadas, y de aspecto aterciopelado; las bellotas se disponen en grupos y nacen sobre cortos pedúnculos. Florece entre abril y mayo, casi siempre antes que la encina; las bellotas maduran y se diseminan hacia septiembre u octubre. Los quejigos pueden llegar a vivir varios siglos, habiéndose encontrado ejemplares de más de mil años. Se puede utilizar su madera cuando presenta dimensiones y formas adecuadas en la construcción, para hacer vigas, pero principalmente se ha utilizado como leña de uso local y para hacer carbón vegetal. Pero la especie tiene un alto valor protector y de refugio y recurso trófico para la fauna silvestre. Su presencia en las laderas más frescas y con mejores suelos de los somontanos y las faldas garantizan unas buenas cosechas de bellotas gran parte de los años. Es una especie noble creadora de suelo y protectora frente a la erosión por su potentes raíces lo que la hace muy valiosa en los montes y laderas con clara vocación protectora. El quejigo crece en todo tipo de suelos, incluso en los ricos en cal, aguantando muy bien climas de fuertes contrastes (continentales), puede ascender en las montañas del sur hasta 1900 m. Requiere unas condiciones semejantes a la de la encina, aunque necesita algo más de humedad y suelos más frescos y profundos, y resiste menos la sequía estival prolongada. Se asocia con frecuencia o se pone en contacto con otras especies del género como encinas, melojos y alcornoques.